12/01/2024
Soy el mensajero de botellas,
sin rumbo fijo, sin mapa ni vela,
mis palabras viajan sin destino,
quizás a la soledad, tal vez a las estrellas,
o al corazón de un poeta perdido,
donde la garganta canta lo que vive,
y los silencios dictan las pausas del alma.
Vivo encerrado en una cárcel ajena,
donde las paredes son ecos de mis dudas,
no puedo agrandar pasillos estrechos,
que me llevan sin saber a dónde,
sin esperanza de encontrar una salida.
Si fuera actor de esta obra triste,
diría que la soledad ahuyenta la pena,
que lo bello se convierte en refugio,
y lo útil en la poesía que brota de la nada.
Soy ese mensajero fantasma,
que aún lee a Borges y Cortázar,
a Neruda, Lorca y Alberti,
porque mis sueños aún viven,
aunque siga siendo un mensajero de botellas.
Y no importa perderlo todo por intentarlo,
pues aún hay lucha antes de la rendición.
Tp