En 1890 Don Fortino León originario de Tlacolula Oaxaca, se inició en la producción de Mezcal para consumo familiar. Ya a principios del siglo XX su bebida era conocida en los poblados aledaños por el cuidado que le daba a la selección de los agaves. Al estallido de la Revolución Mexicana en 1910, Don Fortino León interrumpio casi por completo esta actividad. Fue su hijo Porfirio León Gopar quien
en 1920 reanudó la tradición de fabricar la bebida, al mismo tiempo que inauguró un pequeño establecimiento denominado Joyas Oaxaqueñas, donde expendía artículos regionales de excepcional calidad. El Mezcal que vendía en la tienda recuperó su fama entre los habitantes de Tlacolula, sólo que esta vez se conoció como el mezcal Joyas Oaxaqueñas. Años despues Don Ausencio León Ruiz, hijo de Porfirio, tomó el control de la producción del mezcal, quedando al frente de la administración y supervisión del negocio. Con objeto de perfeccionar sus técnicas de fabricación, Don Ausencio León se dedicó a estudiar métodos de filtración y purificación, cualidades imprescindibles para obtener un mezcal puro, joven, persistente, brillante y con cuerpo, una bebida de excelente calidad, sabor único y de gran carácter. También logró encontrar el método adecuado de ambiente-luz, temperatura y humedad donde reposan las barricas, para alcanzar la perfecta maduración y añejamiento. A mediados de los ochentas, el señor Carlos León Monterrubio, hijo de Don Ausencio León, aportó nuevos conocimientos y métodos de envasado aumentando el volumen de fabricación y embasamiento, incrementando su comercialización a las principales capitales del país y exportando a varias partes del mundo. Con el nuevo milenio se van incorporando los hijos del Señor Carlos León, con una renovada visión hacia el futuro. Sin duda alguna, los sucesores de Don Fortino León han sabido valorar su arraigo Mexicano y han conservado la calidad de sus productos que los han distinguido por más de 100 años.