28/06/2023
Un buen descanso y un sueño reparador son necesidades básicas del ser humano e indispensables para que pueda disfrutar de un buen estado de salud. Sin embargo, sus implicaciones van mucho más allá de las estrictamente relacionadas con el buen funcionamiento de nuestro organismo, de forma que tanto la falta como una mala calidad del sueño tienen repercusiones negativas en la correcta funcionalidad diurna del individuo, afectan su calidad de vida, sus relaciones sociales, laborales... y llegan incluso a comprometer la actividad y/o seguridad de las personas con las que se relaciona.
El sueño es un estado fisiológico natural del hombre, indispensable para mantener el correcto equilibrio físico y psíquico del individuo, que se sucede –aproximadamente cada 24 horas– con independencia de la voluntad de la persona. Sin embargo, dormir sin más no es suficiente. Se requiere que el sujeto duerma una cantidad de horas suficiente y que el sueño permita restaurar la funcionalidad del organismo para poder afrontar una nueva vigilia, así como mantener la energía, la termorregulación del cuerpo y consolidar la memoria, es decir que sea un sueño útil y reparador.
El restablecimiento de una rutina de sueño adecuada a las características de cada individuo facilitará enormemente la normalización de otras situaciones físicas o psicológicas que pudieran mermar el rendimiento de la persona afectada.
Todas estas medidas resultan de gran utilidad para favorecer el sueño y un buen descanso en aquellos casos en los que no exista una disfunción de fondo; sin embargo, siempre que exista un diagnóstico de una alteración patológica del sueño o de una enfermedad de base que condicione el descanso, la implementación de estas rutinas servirá como coadyuvante al tratamiento terapéutico prescrito.