11/10/2012
Las propietarias María y Cristina Amézola dan homenaje a uno de los fundadores de la bodega, Iñigo Amézola. Así denominan su vino de corte más moderno y el blanco con crianza.
Aunque con la variedad Viura se suelen elaborar vinos jóvenes para un consumo rápido, también nos encontramos ejemplos de grandes vinos con crianza, que debido a su altísima acidez, se pueden guardar durante años y disfrutar de su gran complejidad.
Una de estás joyas es Iñigo de Amézola 2009 Blanco fermentadado en barrica y crianza sobre lías finas.
Tras abrir la botella hay esperar media hora para que se exprese.
Tiene un color amarillo pálido, límpio y brillante.
En nariz nos encontramos frutas escarchadas, flores blancas y tostados muy elegantes de su buena crianza en barricas, con un corte afrancesado gracias a la supervisión del enólogo francés Georges Pauli. En boca tiene muy buena acidez, bien equilibrado y redondo. Para probar su potencia lo hemos tomado con Parmesano, y el maridaje es "de llorar".
De la misma añada y seleccionando las mejores uvas de Tempranillo del Pago de San Quiles, elaboran Iñigo 2009.
Llama la atención la extracción de color y de aromas frutales. Es un vino franco, bien estructurado, de gran equilibrio y persistente. Guardarlo y esperar sería una gran idea, aunque una vez que lo pruebas, una botella te parece poco... Muy bueno, si señor!