Tradición desde 1923
A finales de 1923, mientras un señor llamado Walt Disney fundaba al otro lado del charco la empresa de animación que haría felices a generaciones de niños alrededor del mundo, un joven Teodoro Amador instauraba en una pequeña ciudad del litoral gallego el Café Amador, que humildemente también ha alegrado la sobremesa de generaciones de ferrolanos.
Sus hijos Teodoro y Sotero sostuvieron en tiempos difíciles el negocio familiar para ya en la tercera generación convertirse en lo que es hoy en día. Los ultramarinos pasaron a ser delicatessen, el café de Colombia, ahora es de Colombia, Costa Rica, Guatemala, Etiopía, etc. y se abrió un espacio de bodega que a día de hoy cuenta con mas de 600 referencias de vino y una cuidada selección de destilados.
Con la cuarta generación empujando, el “café de Amador”, como le acostumbran a llamar los ferrolanos, ya está disponible en todo el territorio nacional. Tostado a diario desde la misma esquina de la costa gallega donde Teodoro comenzó esta historia hace ya casi un siglo.