08/04/2012
Recomendación de Domingo de Resurrección:
Hoy teníamos la intención de comer en Bornos en una venta, a última hora hubo un cambio de planes y nos dirigimos a la zona del Palmar. No teníamos muy claro dónde comer así que pensamos tirar para Vejer centro y comer allí, sin embargo me equivoqué en el carril que suelo coger para entrar a la playa, que íbamos a recoger a unos amigos, y me metí por el primero, el destino hizo que errase y mira por donde salimos a La Venta Molina. Allí íbamos mi familia cuando yo era pequeño para comer, cuando todo aquello era una playa semi-virgen, cuando solo había un carril de tierra y mucha vegetación autóctona, en esa época que se tardaba de Cádiz al Palmar una hora larga, sin embargo merecía la pena. En esta venta también celebramos a comunión de mi hermano, siempre hemos sido originales, y guardo unos maravillosos recuerdos de ese sitio.
Pues bien, hoy después de unos 15 años aproximadamente sin volver por allí, he vivido otra grata experiencia, en primer lugar nos recibió un chico muy simpático, alegre y en el que confías ya para el resto del almuerzo, nos recomendó la pizarra que tenían, que va acercando a los clientes para que les sea más cómodo mirar. Dentro de la pizarra existe una división entre verduras, pescados y carnes, las verduras las cultivan ellos mismo y tenían un pollo de campo que tenía buena pinta, según nos comentaba Juan, el camarero.
Bien, le hicimos caso y pedimos unas coliflores rebozadas que estaban buenísimas, tiernas pero no deshechas y el rebozado era más un empanado, sin embargo le venía mejor y estaba exquisito. También pedimos una ensaladilla rusa, algo más corriente pero hay gustos variados, estaba muy buena, verduras tiernas, cortes pequeños, buena decoración del plato y buena materia prima.
De seguido nos trajeron los termina (platos principales) que fueron, pollos camperos, papas con chocos (comida de locos) y lomo de cerdo al Jerez. El pollo estaba riquísimo, con unas patatas fritas dignas de ese pollo, muy sabroso y con una salsa que nos hizo pedir más pan. Las papas con chocos las pidió un amigo y estaban también muy buenas con un toque picante y todo muy tierno. El lomo de cerdo lo pidió otro amigo y dio buena cuenta de ello, es un plato más común pero no defraudó.
Por último llegó la guinda del pastel, los postres, tenían caseros y ya hechos, pedimos los caseros, que eran una tartaleta rellena de crema pastelera con fresas y kiwis laminados por encima y unos bizcochos de naranja y chocolate, espectaculares, unos postres para coronar una comida de primera, fuimos buscando lo rústico, lo natural y lo auténtico, pues conseguimos todo eso más unos postres buenísimos y un trato excelente. Desde el camarero Juan, una compañera muy simpática que salió un par de veces, el entorno, la comida, la materia prima y para terminar el precio, bastante asequible.
Os animo a visitar el sitio y probar la verdura, el pollo y los postres caseros, aunque ya os recomendará Juan que es lo que está mejor ese día.
Disfrutadlo