04/10/2020
LA HISTORIA DE DON JULIO
La Primavera, en Atotonilco el Alto, Jalisco, es más que una estación del año. Es un símbolo de la cultura tequilera de la región, la destilería en la que Don Julio González comenzó una de las firmas nacionales con más arraigo y éxito en México.
Ahí, en La Primavera se crean las distintas etiquetas respaldadas por el expertise de un hombre apasionado del campo, los agaves y del proceso de producción de la bebida nacional por excelencia: el tequila.
Su historia representa el camino de perseverancia de un adolescente que a los 14 años de edad quedó huérfano y a cargo de su familia, tras la muerte de Carlos González, su padre. El joven buscó la forma de obtener más dinero para solventar los gastos de su casa, por lo que comenzó vendiendo el tequila que producía su tío en una pequeña destilería.
“Cada noche cargaba con pequeños barriles de tequila una docena e burros a los que bajo la luz de la luna arreaba 35 kilómetro que hay desde Atotonilco hasta Ocotlán”, cuenta el documental que se aprecia como parte de la Don Julio Heritage Experience, un recorrido que adentra a invitados especiales al mundo de Don Julio, un visionario que con sólo 17 años, en 1942, obtuvo las ganancias suficientes para comprar el rancho que originalmente le vendía el destilado, para comenzar su propio negocio.
Las claves de su éxito se reducen al respeto que tenía por su materia prima, a cada agave lo veía como un hijo, sabía cuáles eran sus necesidades y los factores que amenazaban su crecimiento; también, se daba tiempo de conocer a los campesinos que lo sembraban y a los jimadores que se encargaban de cosecharlo. Para ellos, la gente del campo, no era sorpresa verlo realizar largos paseos entre los plantíos, una de sus actividades favoritas.
SU ETERNA PRIMAVERA
Años más tarde, este empresario sabía que el momento de crecer había llegado, así que solicitó un préstamo para edificar la destilería La Primavera, que hasta ahora sigue operando en el mismo lugar. “En 1947 comienza a construir y en 1949 se empieza a hacer aquí mismo el tequila. Obviamente no era lo que vemos actualmente; aunque ya producía un líquido que no era lo que tenemos hoy en día, sí pensaba en realizarlo, decía que quería realizar el mejor tequila del mundo, aunque no se vendiera”, cuenta Enrique de Colsa, maestro tequilero de la casa. Hasta el 1951, el destilado que producían no tenía marca, así que su creador decide nombrarlo Los Tres Magueyes y registrarlo como marca.
“Tener una botella de tequila en tu mesa hace décadas era una vergüenza, porque lo tomaban personas de estratos bajos, no era una bebida que la gente quisiera regularmente. Por ello Don Julio comenzó a hacer ciertos cambios para obtener el mejor tequila del mundo y así lo hizo por mucho tiempo, aunque no se vendiera”, asegura de Colsa.
Enrique de Colsa
La firma era exitosa y crecía cada vez más. “Hacía lo que todo el mundo tiene que hacer. Sembrar la planta, cosechar, destilarla. Don Julio hacía los pasos que se marcaron desde hace 500 años, cuando se comenzó a realizar el tequila en México con la llegada de los españoles, que son los que sabían cómo destilar. Los prehispánicos elaboraban bebidas fermentadas como el pulque, el tepache, que al final de cuentas son azúcares fermentados de la piña y del maguey. Lo que sucedió fue que al español que llegó sabiendo destilar se le acabó el vino y comenzó a probar con distintos fermentos, y en la destilada del agave comenzó a hacer tequila”.
Para 1976 su producto ya se vendía en Chicago a través de la empresa Barton Brands Exports, abriéndole la puerta al mercado norteamericano con el apoyo del entonces Instituto Mexicano de Comercio Exterior. Alterno a la producción de Tres Magueyes, Don Julio González producía tequila 100% de agave que mantenía en barricas de roble, por el simple gusto de crear el mejor destilado.
El secreto radicaba en tener una levadura propia, que dejara solamente ciertos aromas y sabores. “Esto lo logró después de mucho tiempo, Don Julio le vino a dar otro aspecto al proceso y al tequila, porque sabía que era invendible, ya que con los costos que tenían contra lo que representaba, era imposible venderlo.
“Yo le preguntaba cuándo comenzó a hacer Don Julio como tequila, nunca lo supo porque no era esa su intención. Por eso producía el mejor tequila para sus familia y amigos cercanos. Empezó a hacer muchas cosas distintas a diferencia de cómo las hacían los demás. A base de muchas pruebas fue guardando en barricas lo que a él le gusta más, hacía cosas con la destilación y si le convencía guardaba una parte; a veces resultaba que un agave muy bueno de cierto predio le gustaba mucho y guardaba una parte poniéndolo en una barrica”, recuerda Enrique.
INICIA LA LEYENDA
El momento clave se dio hasta 1987, cuando la familia se preparaba para celebrar los 45 años como tequilero de su patriarca. El relato de ese acontecimiento que marcó el destino de la empresa y generó lo que hoy en día conocemos como Tequila Don Julio, lo cuenta Enrique de Colsa durante una cata realizada ahí mismo, en La Primavera.
“A él le dio un derrame cerebral en 1985 y cuando se recuperó, regresó a trabajar. Sus hijos decidieron hacerle una fiesta para animarlo y le pidieron sacar su tequila para usarlo en la celebración. Ya existía Tres Magueyes y hasta esa fecha todas las botellas tequileras eran igualitas, largas. Don Julio pidió que se embotellara su tequila en una botella baja para no interrumpir la vista de los invitados que se sentaran a la mesa durante el festejo”.
Una de sus hijas fue a Tonalá, Jalisco, famoso por hacer vidrio soplado, y pidió que le fabricaran mil botellas en menos de una semana. “Ahí le hicieron la botella cuadrada color ámbar, que pudo ser verde y triangular, pero ésa, la que resultó, es hoy la botella más icónica de México”.
Los invitados enloquecieron con ese tequila, “al punto de que un cliente que acudió a la fiesta, lo felicitó por el lanzamiento de ese tequila, para sorpresa de Don Julio, quien aclaró que era su fiesta no una presentación”.
Ese mismo cliente le propuso la idea de vender ese destilado reposado que tenía una calidad sorprendente. “Don Julio le pidió un año para intentar replicarlo, y al preguntarle el precio -Don Julio siempre dijo que era su último recurso para no hacerlo, porque en esa época el tequila más caro costaba 45 pesos la botella- le respondió que costaría 100 pesos. El cliente aceptó”.
Pasó un año con cuatro meses para que la fórmula se lograra: Reserva de Don Julio Reposado, el cual se comenzó a comercializar en 1989. De entonces a la fecha, la historia continúa con la creación de tequilas premium que son reconocidos a escala internacional. Desde Tequila Reserva Don Julio hasta Tequila Reserva de Don Julio Blanco, Añejo y Real, un extra añejo que surgió antes de que existiera la categoría.
Las fechas importantes para la firma, como sucedió a primera vez, han marcado el nacimiento de las etiquetas más especiales como Reserva de Don Julio 1942, para celebrar el 60 aniversario en 2002; un año antes de que este amante de la tierra se retirará del negocio, dejando 100% de participación accionaria en manos de la empresa Diageo.