13/05/2024
Comparto el caso de una joven que, sintiéndose a punto de “tirar la toalla”, habla con su padre. Después de escuchar a su hija externar todos sus agobios, todos sus pesares y el dolor del alma que constantemente la acompañaba, el hombre le pide que lo acompañe a la cocina.
En diferentes ollas pone agua y, respectivamente, zanahorias, huevos y unos trozos de canela y las pone al fuego. Después de hervir y enfriarse un poco, el hombre pide a su hija que toque las zanahorias; se habían reblandecido. Le pide que rompa la cáscara del huevo; se había endurecido al cocerse. Finalmente, tras endulzarlo un poco, le pide que pruebe lo que ahora era un delicioso té de canela.
Aquel padre le explica a su hija que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo; pero habían reaccionado de manera diferente. La zanahoria había llegado al agua fuerte, dura, pero tras pasar por el agua hirviendo, se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo, antes de enfrentar el fuego, era suave, pero tras padecerlo, se había endurecido. La canela, sin embargo, era única. Tras pasar por el agua hirviendo, había transformado al agua.
Hace algunos años conocí a Adriana Macías, esta extraordinaria joven tapatía que nació sin brazos. En una conferencia en donde tuve la bendición de escucharla, platicaba ella que toda su niñez transcurrió de manera normal. “Como así nací” comentó, “no me daba cuenta de que yo era diferente; pero al llegar a los 17 años ‘me cayó el veinte’ de lo que yo era. Entré en una depresión tremenda, pensando que nunca iba a poder lograr mis metas, que nunca iba a poder ser feliz y reprochándole a Dios y a la vida ‘¿por qué a mí?’. Me encerré en mi cuarto, no quería comer, no quería ver a nadie.
_Cuando tenía tres días así, entró mi madre a hablar conmigo y me dijo:
- Bueno, tienes dos opciones: puedes quedarte aquí indefinidamente sintiendo lástima de ti misma, lloriqueando por lo que no tienes, o puedes levantarte y ponerte a hacer algo con lo que sí tienes”.
Aquellas palabras, dice Adriana, fueron como un balde de agua fría. Se levantó y decidió embestir a la vida. Decidió ser un trozo de canela y no zanahoria ni huevo. Actualmente ella es una mujer realizada, que da ejemplo a muchos jóvenes y adultos de que cada quien decide si ser víctima de sus circunstancias o convertirse en un elemento transformador.