09/07/2023
La castidad es una de las virtud que nos estimula a vivir en limpieza y rectitud, la cual engloba varios aspectos relevantes de nuestra vida.
No es solamente de un punto de vista de abstinencia sexual fuera del matrimonio… sino también una constante fidelidad en nuestra relación conyugal.
Ser casto es también ofrecer benevolencia y lealtad para con el Creador y con lo creado, en lugar de buscar satisfacción personal y superficial.
De un punto de vista espiritual la castidad nos impulsa a desarrollar fortaleza en unión con el Espíritu Santo depurando nuestro ser; como el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la benevolencia, la mansedumbre y el dominio propio de las renuncias mundanas.
Es un reto que demanda disciplina, autocontrol, respeto y compromiso con nuestros seres amados, amigos, hermanos, parejas y toda criatura presente en la Creación.
Es un sendero de crecimiento y obediencia en el que procuramos cuidar nuestros ojos, nuestros pensamientos y nuestros corazones de cualquier influencia impura…
Un proceso de renovación de nuestra mente hacia un bien común universal.
Significa vivir una vida en la que nuestras acciones y palabras reflejen un compromiso ferviente de mantenernos limpios y libres de malos deseos y tentaciones.
Cuando vivimos en castidad y obediencia en espíritu, somos un testimonio vivo de la santidad de Dios en medio de un mundo que muchas veces está sumergido en la impureza y la inmoralidad.
Nuestras vidas son una luz que orienta a otros hacia la santidad y el entendimiento…
Ya que no solo se trata de evitar la inmoralidad sexual, sino también de rechazar cualquier acción, actitud o comportamiento que pueda manchar nuestra alma y dañar nuestra relación con el Creador.
Esto implica alejarnos de la mentira, la lujuria, el odio, la envidia y cualquier otra forma de pecado que afecte nuestra comunión con la Providencia y con nuestro semejante…
Buscando la plenitud y el gozo al seguir los mandamientos divinos para la mayor Gloria de Dios...
Así Colosenses 3:5-7 dice:
Hagan morir, pues, lo terrenal en ustedes: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.