22/09/2022
Cuba es un país de celebraciones, cualquier ocasión puede ser buena para armar una fiesta. Los cubanos festejamos los cumpleaños por todo lo alto, las fechas históricas, las religiosas…. Despedimos el Año Viejo y esperamos en jolgorio el Año Nuevo. Y sobre todo, celebramos la vida. Si la muerte nos trae lágrimas y dolor, los nacimientos son motivo de una felicidad que queremos compartir. El hecho es que así somos, apasionados y extremos.
Celebrar la vida no es un invento cubano: se hace en todas partes del mundo y desde los primeros tiempos, ya sea por una buena siembra o la conclusión de la vendimia, las bacanales y las fiestas primaverales. Lo singular de nuestra celebración en el oriente del país lo aporta una bebida muy tradicional: el aliñao, que se realiza a partir de frutas en almíbar y aguardiente de caña, y se brinda a los visitantes para dar la bienvenida a una nueva vida. Y sí, es "aliñao" no aliñado; pronunciarlo de la segunda manera suena demasiado sofisticado para una bebida tradicional.
Especialmente popular en las ciudades de Bayamo, Holguín y Las Tunas, se ha arraigado tanto la tradición, que entre los preparativos que realiza la familia puede faltar cualquier cosa para recibir a un recién nacido, pero la cuna y el aliñao son imprescindibles.
El proceso de preparación comienza cuando la mujer descubre que está embarazada y se lo comunica a su pareja. El hombre de inmediato se pone a la tarea de buscar las frutas y el aguardiente necesarios; otros miembros de la familia y amigos también contribuyen. Se debe disponer de una damajuana (una gran botella de vidrio de diez litros) o botellón de gran capacidad, que muchas familias tienen; si no, se les solicita a los vecinos o algún pariente que estará feliz de contribuir.
Para hacer un aliñao se comienza con un jarabe de azúcar blanco o marrón, al que se le agregan los higos y las hojas de higo, y luego se cocina durante unos minutos. Las frutas se cocinan de forma independiente, porque cada una requiere un tiempo de cocción distinto. Una vez cocidas, se vierten en la damajuana y se agrega el alcohol de acuerdo a las cantidades deseadas.
Esta bebida por tradición la hacen las mujeres, casi siempre la de mayor edad en la familia; las abuelas tienen la experiencia suficiente para lograr el equilibrio exacto entre el dulce y el alcohol. Al padre se le aleja de tal responsabilidad o se corre el riesgo de que cuando nazca el niño ya no haya aliñao que brindarle a las visitas.
Su elaboración requiere frutas como las grosellas, cerezas, ciruelas chinas, piña, papaya y uvas pasas (debe evitarse emplear frutas pulposas como el mango o la guayaba, porque pueden enturbiar y fermentar la bebida). No es un aliñao real sin pequeños trozos de caña de azúcar que agregan textura y sabor. En Bayamo, esta bebida siempre debe contener ciruelas; de hecho el origen del aliñao viene del llamado ciruelón o ciruelas borrachas.
Para rastrear sus inicios, habría que remontarnos a tiempos pretéritos. Se conoce del uso de la miel y el azúcar como conservante de frutas e incluso carnes. Los cuerpos de Alejandro el Grande y el Rey Pirro fueron trasladados a sus sitios de descanso final, sumergidos en miel para evitar que se descompusieran. Los árabes, que manejaban bien el almíbar y los dulces de frutas, llevaron estos saberes a sus dominios en España. Luego los conquistadores españoles, al descubrir las maravillas de las frutas tropicales, las quisieron conservar en almíbar. Finalmente, con la introducción de la caña de azúcar en el Caribe y la producción de mieles y alcoholes, llegar a una bebida con frutas aliñadas era solo cuestión de tiempo.
La primera referencia en documento impreso que se tiene de dulce de frutas y alcohol la encontramos en el Eco de Manzanillo, el 19 de julio de 1857, cuando Joaquín del Tirador pide "…un güiro de ciruelas borrachas, exquisitas como las hacen allá. Y extraídas por supuesto, pues son para una fineza que debo hacer al capitán de un falucho que sale para España y quiero que allí vean y admiren nuestra industria como lo merece".
Como se puede apreciar en la publicación, la ciruela borracha se había convertido en una bebida identitaria de la ciudad y fuente de orgullo. Las familias de Manzanillo enviaban a sus parientes bayameses, pomos con sierra en escabeche; los bayameses, correspondiendo en cortesía, devolvían el envase lleno de ciruelas borrachas.
El carácter práctico de esta bebida que todos podían disfrutar, hizo que se fuese enriqueciendo con otras frutas y que se brindase a las personas que iban a visitar a la parturienta y su recién nacido. Poco a poco se fue convirtiendo en fuerte tradición en toda la región oriental del país.
La fiesta del aliñao
Hoy esta bebida se sirve a la llegada del recién nacido y la madre a la casa, nunca antes. El aliñao se ofrece a los visitantes solamente en su primera visita. A las personas que son muy respetadas, como el médico que siguió el embarazo durante los nueve meses, se les puede ofrecer la bebida más de una vez, pero esa es la única excepción: ¡el botellón debe alcanzar para todas las visitas y generalmente hay muchas!
Una de las tradiciones más arraigadas vinculadas al aliñao es la de enterrar una botella, la cual se conserva por quince años, para celebrar la mayoría de edad de la niña. Se dice que el ritual se realiza con el expreso motivo de que la chica llegue virgen a sus quince. Hay quien entierra dos, reservando la segunda botella para cuando la joven contraiga nupcias. Marcado carácter machista tiene este ritual, puesto que a los varones muy pocas veces se les guarda la botella.
Teniendo en cuenta el arraigo de esta bebida, la Empresa de Bebidas y Refrescos de Granma ha comenzado, con éxito, a producirla industrialmente bajo la marca de "La Cigüeña", en franca alusión al momento de la venida al mundo. Los orientales que se han mudado a occidente piden a sus amigos y familiares que les envíen las frutas para hacer la bebida, y también se sabe de muchas familias habaneras de pura cepa que ya tienen establecida la tradición de celebrar los nacimientos con el aliñao.
Además de propagarse geográficamente, el aliñao trasciende al arte, la música y la cultura en general. El destacado cantautor Raúl Torres, nacido en unos de los barrios periféricos de la ciudad de Bayamo, debió tener esta bebida en su nacimiento y luego disfrutarla en el advenimiento de cada nuevo primo o vecinito antes de partir a hacer vida artística a La Habana. Esas nostalgias, quizás, fueron las que lo impulsaron a proponer y organizar la Fiesta del Aliñao en la ciudad de Bayamo, que ha tenido como objetivo ser fuente de buena música y acciones a favor del rescate y mantenimiento de las tradiciones en toda Cuba.
Dentro de las actividades que se realizan, están la Competencia de Catas para elegir la familia que hace el mejor aliñao, el enterramiento de la botella, y la presentación de platos y repostería a base del aliñao. Muy demandados han sido el flan y el pudín de aliñao, y panetelas emborrachadas con esta bebida.
Con aliñao damos la bienvenida al nuevo miembro de la familia, su arribo a la existencia; mostramos nuestro cariño a los amigos que nos visitan, y también es motivo para disfrutar de la buena música, la cocina y preservar las tradiciones que nos caracterizan y definen. Brindemos con aliñao y enterremos una botella, así aseguramos que en el futuro tengamos una añeja bebida para celebrar el reencuentro.
Autor:
Domingo Cuza Pedrera